Inicio > Nosotros > Historia

Historia

Los textos se basan en el libro Breve Historia de la Escuela de Ingeniería Civil y Topográfica de la UAP, elaborado por Manuel Rendón Moredia, con la colaboración del historiador Jesús Márquez Carrillo, editado en Puebla, Pue., México, 1989.

La historia de la Facultad de Ingeniería

Hasta mediados del siglo XVIII, la ingeniería era más un oficio que una profesión. En lo fundamental estaba constituido por un conjunto de habilidades mecánicas trasmitidas de padres a hijos, y de maestros a aprendices. En la Edad Media, la construcción de puentes era especialidad de algunas cofradías religiosas.
La eclosión que trae consigo el Renacimiento en todos los órdenes de la cultura, las ciencias y las artes propicia que el oficio de los ingenieros adquiera un gran auge, estableciéndose las bases para que el mismo se convierta en una profesión. Salomón de Caus fue el primero en acuñar el vocablo "ingeniero" pero con una connotación distinta a la que hoy posee: mediante dicho término hacía alusión más bien al ingeniero militar, distinguiéndolo del arquitecto civil, aunque con el tiempo se dio el título a todos aquellos que proyectaban y construían nuevas máquinas.
No es sino hasta 1747 cuando tiene lugar la fundación de la primera escuela de ingenieros del mundo: L' Ecole des Ponts et Chauss´es, en París, dirigida por Jean Perronet. Tal institución tuvo su origen en el Corps de Ingénieurs de Ponts et Chauss´es (institución militar). En 1794 se establece en París la école Plolytechnique. 30 años después se funda en los Estados Unidos una institución similar a la anterior, el Rensselaer Polytechnic Institute.
Es a finales del siglo XVIII cuando se demarcan los terrenos de la ingeniería civil y de la militar. De este modo, al iniciarse el siglo XIX, ya podemos observar plenamente definidos los rasgos de la profesión que hoy conocemos como ingeniero civil: desde entonces vemos a los miembros de dicha profesión construir estructuras de todas clases, diseñar sistemas de distribución de agua potable y sistemas sanitarios; tender vías férreas, redes de caminos, y participar en la planeación y desarrollo de las ciudades.
Inglaterra y Escocia son la cuna de la segunda rama de la ingeniería: la ingeniería mecánica, la cual se deriva de los inventos del ingeniero escocés James Watt, que contribuyeron de manera decisiva al surgimiento de la maquinaria que hizo posible la Revolución Industrial.
 

Antecedentes de las escuelas de ingeniería en México

En nuestro país, el Real Seminario de Minería -considerado como el asiento del primer instituto de investigación científica del continente- es fundado el primero de enero de 1792. La iniciativa partió de dos distinguidos personajes de la Ciudad de México, Juan Lucas de Lassaga, regidor y juez contador de mineros y albaceazgos, y Joaquín Velázquez de Cárdenas y León, abogado de la Real Audiencia y catedrático de matemáticas de la Real y Pontificia Universidad de México. Empero, fueron Fausto de Elhuyar y de Zúbice, y Andrés Manuel del Río quienes iniciaron las actividades del Colegio.
En 1833, con base en el Colegio de Minería, se funda el Establecimiento de Ciencias Físicas y Matemáticas, que tuvo corta vida.
En 1843 las autoridades del país disponen ampliar los estudios de dicho Colegio, que hasta entonces sólo ofrecía los estudios preparatorianos: se le incluyen las carreras de agrimensor, ensayador, apartador de oro y plata, beneficiador de metales, geógrafo, naturalista e ingeniero de minas. Esta es la primera ocasión en que se emplea la palabra ingeniero en los planes académicos de nuestro país, pues antes el título que se otorgaba era el de "perito facultativo".
En 1857, mientras el Colegio se limitaba a las especialidades de minería, topografía, y trabajos geográficos, se establece en la Academia de San Carlos la carrera de ingeniero civil, trayéndose de Europa a Saverio Cavallari, quien hizo los programas de estudio.
En diciembre de 1867, a instancias de Don Blas Balcércel, ministro de Fomento del presidente Juárez, se crea la Escuela Especial de Ingenieros, cuya sede es el Palacio de Minería. Hacia 1883 dicha institución se denominaba ya Escuela Nacional de Ingenieros, y estudiaban en ella los futuros telegrafistas, ensayadores, apartadores, y los ingenieros topógrafos e hidrógrafos, de caminos, puentes y canales —llamados civiles a partir de 1897—, y los ingenieros de minas, metalurgistas y geógrafos.
En 1889, a propuesta de Mariano Villamil, se crea la carrera de Ingeniero Electricista, y en 1898 surgen las cátedras de ingeniería sanitaria y de procedimientos de construcción.
En vísperas del estallido de la Revolución Mexicana de 1910, el alumno Modesto Rolland propone el establecimiento de las academias libres de concreto armado.
Durante la primera mitad del siglo XX continúa el auge de la ingeniería iniciada a finales del siglo XIX, pero se detiene a raíz de las vicisitudes del movimiento revolucionario. La construcción y el ejercicio de la carrera prácticamente desaparecen del panorama del país, situación que se prolonga durante casi tres lustros. Disminuye de manera drástica la cantidad de estudiantes, y los profesionistas se dedican a buscar otras áreas de trabajo para subsistir.
Llegamos así al año de 1926, que constituye un hito importante para el futuro de la ingeniería civil: en esa fecha surgen dos dependencias gubernamentales que se encargarán, con el tiempo, de emprender las grandes obras de ingeniería del país: nos referimos a la Comisión Nacional de Irrigación y a la Comisión Nacional de Caminos. En una primera etapa, debido a la premura y a los factores políticos, el gobierno mexicano contrata a compañías extranjeras para iniciar las obras de referencia: la J. G. White Engineering Corporation -en el caso de las obras de riego-, y la Byrne Brothers Construction Company -en el caso de los caminos.
A partir de los años treinta los programas de construcción iniciados adquieren un gran ímpetu, y los ingenieros mexicanos poco a poco van asumiendo los principales cargos y la dirección de las obras. De este modo se inicia la etapa contemporánea de la ingeniería civil mexicana, la cual llega a ponerse a la altura de las naciones más avanzadas.
 

La enseñanza politécnica

Al iniciarse la etapa constructiva de la Revolución Mexicana la enseñanza politécnica -no obstante la existencia de instituciones de excelente nivel- la misma se encontraba en un verdadero caos, dado que se impartía de manera desordenada, y sin la menor planeación y coordinación.
Una vez que llega a la Presidencia el Gral. Lázaro Cárdenas, éste se propone conferirle un gran impulso a la enseñanza politécnica, como parte esencial de sus proyectos innovadores en el campo de la educación. Es así como surge el Instituto Politécnico Nacional, tarea en la que participan con gran entusiasmo personajes tan destacados como Luis Enrique Erro, Juan de Dios Bátiz y Wilfredo Massieu, entre otros.
El Instituto quedó formado en un principio por planteles ya existentes que integraban la denominada "institución politécnica", a los que se añadieron la Escuela Nacional de Bacteriología, Parasitología y Fermentaciones, y la Escuela Nacional de Medicina Homeopática.
En enero de 1937 se celebró en el Palacio de Bellas Artes la inauguración oficial del Instituto Politécnico Nacional.
 

Ingeniería Civil y Topográfica de la UAP - Orígenes (1869 - 1936)

Los orígenes de la actual Facultad de Ingeniería de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla se remontan al periodo posterior a la Intervención Francesa y caída del Segundo Imperio cuando, una vez restaurada la República, se inicia una época de relativa bonanza para la vida económica del país, lo cual se traduce en la reorganización de las principales instituciones educativas de la nación.
En ese contexto, el Colegio del Estado experimenta una gran renovación de su vida académica; así, al calor de la reforma positivista impulsada por el insigne maestro Gabino Barreda -originario del estado de Puebla- se inicia en el Colegio un gran impulso a las cátedras científicas, las cuales prácticamente no existían en el mismo (a excepción de los cursos de matemáticas y física a nivel elemental). De esta forma, en septiembre de 1869, se abre la cátedra de química, dotada de los aparatos y útiles necesarios, bajo la dirección del profesor Joaquín Ibáñez.
Una vez que se establecen en diciembre de 1869 las cátedras de Cálculo Infinitesimal, Mecánica Racional y Aplicada, y Topografía y Geodesia, surge la carrera de Ingeniero Topógrafo e Hidromensor. A fines de 1872, se titulan los primeros cuatro ingenieros: Ismael Álvarez, Manuel Carrasco, Eduardo del Valle, y Carlos Revilla.
Tales transformaciones que experimenta el Colegio del Estado --casi totalmente opuestos a los tradicionales planes de estudio que se impartían en el mismo desde tiempos inmemoriales-- fueron posibles gracias a diversos factores de índole estatal y nacional. Así, por ejemplo, el relativamente elevado número de alumnos que cursaban estudios técnicos en esa época en el Colegio, sólo puede explicarse con base en el proceso de modernización del país a que aspiraban los gobiernos de Juárez y Lerdo. Los liberales de 1867 tenían una fe quasi ciega en la capacidad redentora de la educación, y en las inmensas potencialidades que podría traer consigo el progreso tecnológico, por lo cual se esforzaron, entre otras cosas, por darle un gran impulso a las vías de comunicación y al transporte. Don Francisco Zarco decía: "Decretemos ferrocarriles, caminos... para comunicar espiritual y materialmente el país". Zamacona expresaba: "Los caminos de hierro resolverían todas las cuestiones políticas, sociales y económicas que no han podido resolver la abnegación y la sangre de dos generaciones".
En ese contexto, pues, no era de ningún modo casual que florecieran carreras como ingeniería, y en general la enseñanza de los estudios científicos.
En el estado de Puebla, los gobiernos liberales asumieron con entusiasmo las reformas de Juárez y de Lerdo, empero, no fue sino hasta el año de 1878, durante el gobierno de Juan Crisóstomo Bonilla, cuando se decreta una nueva Ley de Instrucción Pública, en consonancia con la reforma positivista. Este ordenamiento, en sus artículos del 19 al 32, establecía las carreras de Abogado, Notario y Escribano, Agente de Negocios, Médico, Químico-Farmacéutico e Ingeniero. Cabe resaltar la importancia que se otorga a esta última profesión, pues se instituyen siete especialidades: entre ellas las de Ingeniero Geógrafo e Hidrógrafo, e Ingeniero Mecánico y Civil.
Lamentablemente la citada ley resultó demasiada ambiciosa para su época: no hubo estudiantes suficientes para justificar la apertura de la mayoría de las carreras que contemplaba. De esta manera, el Colegio del Estado, durante la década de los ochenta hasta 1893, se limitó a ofrecer las carreras de Abogado, Ingeniero Topógrafo e Hidromensor, Escribano y Agente de Negocios, siendo la de Ingeniero la segunda en importancia, después de la de Abogado.
En 1893, durante la gestión del Gral. Mucio P. Martínez, y siendo presidente del Colegio del Estado don Francisco Sánchez, se decreta una nueva Ley de Instrucción Pública, en cuyo artículo 83, del Capítulo IV, se indicaba que los estudios de Ingeniería comprenderían en lo sucesivo sólo las siguientes carreras: I.- Ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo. II.- Ingeniero de caminos, puertos, canales y construcciones civiles y III.- Ingeniero Arquitecto. La primera se cursaría en dos años, y la segunda y la tercera en cuatro.
Además de tales modificaciones, había una diferencia sustancial entre esta ley y la de 1878, y era que la educación superior dejaba de ser gratuita. El Estado se limitaría a proteger la instrucción profesional. Pese a esa situación, contra lo que se esperaba, si bien probablemente disminuyó la población que aspiraba a la educación superior, no desaparecieron en nuestro estado los estudios de ingeniería, a diferencia de lo que sucedió en otras entidades -entre ellas Jalisco, Oaxaca y el Estado de México- que tuvieron que suprimirlos por falta de alumnos y por lo excesivo de su costo.
De todos modos, el gobernador Mucio P. Martínez decidió en 1898 reformar la Ley de Educación de 1893, reduciendo las carreras de Ingeniería a las profesiones de Ingeniero Topógrafo, de Caminos, Obras Hidráulicas y Construcciones Civiles, las que tendrían una duración de cuatro años.
A pesar de esos tropiezos, los estudios técnicos y científicos continuaron experimentando un gran auge en el Colegio del Estado, particularmente durante el periodo en que su dirección recayó en el Lic. José Rafael Insunza (1894-1910), quien, entre otras iniciativas, fortaleció de manera notable el Gabinete de Física, y —tomando en consideración los avances en materia de comunicaciones eléctricas— estimuló la creación de cátedras como Telegrafía Práctica.
Otro importante avance en ese periodo, que algunos conciben como la época de oro del Colegio del Estado, fue la instalación de los observatorios astronómico y meteorológico, los cuales adquirieron un gran prestigio a nivel estatal y nacional. Además, se enriqueció de manera notable el acervo de la biblioteca técnica y científica. Sus valiosos volúmenes forman parte de la "Biblioteca Lafragua".
Por otra parte, en vista del enorme impacto que a nivel mundial suscitó la aplicación de la energía eléctrica, en 1889 el Gral. Mucio P. Martínez comisionó al profesor Alfredo Fenochio para efectuar un estudio sobre la enseñanza y aplicaciones de la electricidad en el estado de Puebla, en el cual se llegó a la conclusión de que debería establecerse formalmente la carrera de Ingeniero Electrónico. Por desgracia este proyecto jamás cristalizó.
En la primera década de la actual centuria el auge de los estudios técnicos y científicos en Puebla empieza a declinar, a un grado tal que se extinguen casi de manera total en las décadas de los veinte y treinta. Entre las causas de dicha situación sobresale la desarticulación económica y social originada por la Revolución Mexicana, y otros factores no menos importantes, como la preferencia en la industria y el transporte por los ingenieros extranjeros, las bajas remuneraciones que percibían los profesionales del ramo, y el poco interés de las clases dirigentes por el desarrollo y evolución de sus empresas.
Desde luego la decadencia de los estudios profesionales no se reflejó sólo en la carrera de Ingeniería, sino afectó a la mayoría de las carreras, incluyendo las de médico y abogado.
Lo que ocurría era que en la sociedad mexicana de la época, lo que hoy se llama movilidad social o capilaridad, era muy limitada, de modo tal que ascender en la escala social era muy difícil. Sólo se lograba en casos excepcionales.
El 7 de octubre de 1916, siendo gobernador y comandante militar del estado el Gral. Cesáreo Castro, se decreta una nueva Ley de Instrucción Secundaria y Profesional, en cuyo artículo 26, capítulo III, se limitaba los estudios de Ingeniería a una sola carrera: Ingeniero topógrafo, de caminos, obras hidráulicas y construcciones civiles, especificándose que su duración sería de cinco años.
Se señalaba, además, que las carreras impartidas por el Colegio serían laicas, educativas e instructivas, y se costearían a través de los fondos públicos, aunque se hacía la siguiente advertencia: "cuando así lo exigieren las circunstancias del erario, podría el Ejecutivo disponer que los alumnos costeen total o parcialmente, todas o algunas de las enseñanzas que recibieren, por el tiempo que fuese necesario".
Asimismo, se ponía como condición para abrir cualquier curso que hubiese por lo menos tres alumnos matriculados regularmente. Caso de que en el transcurso del año tal cantidad se redujese a uno, el curso se cerraría.
En septiembre de 1917 se estudia y se aprueba un proyecto de reforma a los estudios de ingeniería. El 20 de junio de 1918, el gobernador del estado, Dr. Alfonso Cabrera, decreta una nueva Ley de Instrucción Secundaria y Profesional. Si bien en la misma se hace mención a la carrera de ingeniero, no se indica la especialidad respectiva, aunque se especifica que el título sería de ingeniero civil.
No obstante, la crisis que enfrentan los estudios técnicos en esa época, en febrero de 1920 -durante la rectoría de Francisco L. Casión- se inaugura en el tercer patio del edificio Carolino la Estación Sismológica, que aún sigue prestando servicios.
Finalmente, en 1924, siendo gobernador provisional del estado de Puebla el Lic. Vicente Lombardo Toledano, se establece un decreto de reformas a la Ley de Instrucción Secundaria y Profesional, en cuyo artículo 26 (transitorio) se establece que: "Cuando los recursos del Estado lo permitan y haya alumnos suficientes para estudiar en toda forma la carrera de Ingeniero, se introducirían en el plan de estudios las modificaciones necesarias para ponerlo a la altura de la ciencia contemporánea".
Pese a lo avanzado de la reforma de marras, ello no fue suficiente para estimular el crecimiento de la Escuela de Ingeniería: ésta atravesaba por una profunda crisis, tal como lo ponía de relieve el hecho que en 1923 apenas tenía a dos alumnos y tres maestros.
Su recuperación tendría lugar hasta fines de la década de los treinta, en contrapunto a los cambios que se habían producido en el México posrevolucionario.
 

Directores de la Escuela de Ingeniería Civil y Topográfica en su segunda etapa

El 14 de abril de 1937 queda legalmente instituida la Universidad de Puebla. La inauguración solemne se realiza el 22 de mayo del mismo año. Ese día, en el Salón de Actos, el rector Lic. Manuel L. Márquez toma protesta como primer Director Honorario de la Facultad de Ingeniería Civil al Ing. Arcadio Medel Marín.
Se inicia así la segunda etapa en la vida de la Escuela de Ingeniería de nuestra institución.
Una de las primeras medidas que adoptan las autoridades de la institución es la reorganización académica, diseñando planes y programas de estudio similares a los que se impartían en la Universidad Nacional Autónoma de México.
La Escuela de Ingeniería se instaló en los salones del tercer patio del Edificio Carolino, en el sitio conocido como "las catacumbas". Para tal efecto, se hicieron las adaptaciones necesarias, bajo la dirección técnica del Ing. Medel.
Entre los catedráticos de tal época se encontraban los ingenieros Aarón Merino Fernández, —quien fue gobernador del Estado de 1964 a 1968— Enrique Allende y Gómez, Luis Arrioja Landa, Rodolfo Peláez Encinas, Guillermo Camargo, Felipe Spota Márquez, y el citado Medel.
En 1930 se funda la Escuela de Ingeniería Química, que al igual que la de Ingeniería arrancó con un número muy reducido de alumnos. Seguramente con el propósito de aprovechar mejor la planta de profesores en las materias del tronco común, el Ing. Medel propuso al H. Consejo Universitario -iniciativa que fue aprobada por este órgano- la fusión de ambas escuelas, surgiendo de esta forma la que durante varios años se denominó "Facultad de Ingeniería de la Universidad de Puebla".
El mismo Ing. Medel se convirtió en director de la misma, cargo en el que permaneció nueve años, esto es, de 1937 a 1945. En su lugar fue nombrado el Ing. Químico Alfredo Lobato Velázquez.
Durante la administración del primero la escuela experimenta un incremento sostenido en su cantidad de alumnos. Para ese entonces, se incorporan a la planta docente catedráticos tan distinguidos como el ingeniero y astrónomo Joaquín Ancona Albertos, y los ingenieros militares españoles José Fernández Lerena y José Sánchez Rodríguez.
Al fin de la gestión del Ing. Lobato Velázquez, es electo director de la Facultad el Ing. Enrique Allende y Gómez, en cuya administración se separan nuevamente las escuelas de Ingeniería Civil y de Química. No obstante, los alumnos siguen recibiendo algunas clases en común. Aquél dura en su cargo hasta el 6 de febrero de 1953, y en su lugar es nombrado director el Ing. Joaquín Ancona Albertos, cuyo nombramiento es concedido por el entonces rector Gonzalo Bautista O' Farril.
Durante su gestión se impulsa la creación de un Laboratorio de Ensaye de Materiales, el cual vendrá a satisfacer una demanda muy sentida por los universitarios.
El rector O' Farril, aprovechando sus buenas relaciones con personas influyentes, inicia pláticas con las Asociaciones Mexicana y Regional de Caminos, tendientes al establecimiento de la carrera de Ingeniero de Caminos en la Universidad de Puebla, la cual se establece -junto con la de Arquitectura- en el año de 1954. Ambas carreras eran anheladas por empresarios textiles que querían ampliar su radio de actividades hacia la floreciente industria de la construcción.
El primero de julio de 1954 renuncia el Ing. Ancona a la dirección de la Escuela de Ingeniería para pasar a ocupar la de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, cargo que ocupara el Ing. Luis Rivera Terrazas. La dirección de aquélla recae entonces en la persona del Ing. Sebastián Flores López, quien ocupa ese puesto hasta enero de 1957. Durante la gestión de éste la universidad solicita la colaboración del Sr. Rúmulo O' Farril, padre, presidente de la Asociación Mexicana de Caminos, a efecto de iniciar las gestiones necesarias ante la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y Obras Públicas, tendientes a la instalación de un laboratorio para pruebas químico-físicas en caminos, complementándolo con una sección de resistencia de materiales y mecánica de suelos. Una vez aprobado el proyecto, fue invitado el profesor Emmett H, Karrer, especialista en ingeniería de caminos de la Ohio State University, para colaborar en la estructuración del programa de estudios respectivo.
Al finalizar el periodo del Ing. Flores López, durante el rectorado del Dr. Manuel S. Santillana, es nombrado en su lugar el Ing. Sergio Zepeda Cornejo. En el trascurso de su administración los ingenieros Arcadio Medel Marín y Francisco José Linares presentan al nuevo rector, Lic. Armando Guerra Fernández, un proyecto para la creación de los Institutos de Ingeniería Civil y Física, el cual no llega a cristalizar.
Al estallar en 1961 el movimiento estudiantil, como es del conocimiento público, propicia que la universidad se divida en dos grandes bloques. La estructura académica y administrativa de la escuela de Ingeniería -al igual que en los otros planteles de la institución- se rompe. Con el fin de ayudar a resolver los problemas derivados de ese estado de cosas, queda encargado provisionalmente de la escuela el Ing. Francisco Melgarejo Nanni.
La situación no se regulariza sino hasta el 17 de mayo de 1962, cuando el presidente del Consejo de Gobierno de la Universidad, Lic. Arturo Fernández Aguirre, nombra al Ing. Felipe Spota Márquez "auxiliar del Consejo de Gobierno y encargado de la Facultad de Ingeniería", quien permanece muy poco tiempo en el cargo, siendo reemplazado por el Ing. Francisco Melgarejo Nanni, quien a su vez solicita licencia en octubre de ese año, ocupando su lugar el Ing. Antonio Osorio García.
El 2 de mayo de 1963 es designado director provisional de la escuela el Ing. Enrique Allende y Gómez.
Finalmente, el 5 de diciembre de 1963, durante la rectoría del Dr. Manuel Lara y Parra, es nombrado director el Ing. Antonio Osorio García, quien ocupa ese puesto hasta enero de 1970. Éste formó parte de la Junta Administrativa que gobernó a la UAP de 1967 a 1971, al lado del director de la Escuela de Filosofía y Letras, maestro Joaquín Sánchez McGregor, el director de la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales, Lic. Amado Camarillo Sánchez, y el director de la Escuela de Enfermería y Obstetricia, Dr. Rolando Revilla Ibarra.
A fines de 1968, la Escuela de Ingeniería se traslada a ocupar las instalaciones construidas ex profeso en la recién concluida Ciudad Universitaria.
Al término de la gestión del Ing. Osorio García, la H. Junta Administrativa de la Universidad nombra como director al Ing. Miguel Ángel Pérez Peredo, decisión que es ratificada por el H. Consejo Universitario en sesión celebrada el 7 de enero de 1973.
Dado el crecimiento que experimenta la escuela en la década de los setenta, las autoridades de la institución consideran necesario ofrecer otra alternativa a los estudios de Ingeniería, por lo cual se estudia y aprueba en octubre de 1972 la creación de la carrera de Ingeniero Topógrafo.
A decir verdad, se tratamos bien de una reapertura de dicha profesión, dado que la misma ya existía pero fue clausurada. Los cursos se iniciaron en octubre de 1973.
Alicia Mercedes Bonilla y Morales fue la primera mujer titulada de ingeniero civil en la UAP, el 22 de junio de 1974.
En febrero de 1977, durante el rectorado del Ing. Luis Rivera Terrazas, es nombrado como director de las Escuelas de Ingeniería y Topografía el Ing. Héctor Gómez Calzada, en sustitución del Ing. Pérez Peredo.
En el transcurso de la gestión de aquel se celebra el Primer Congreso de las Escuelas de Ingeniería, en marzo de 1981. En ese evento se presentaron muchas ponencias interesantes, que contribuyeron de manera decisiva al perfeccionamiento de los planes de estudio, y al prestigio que hoy goza la Facultad de Ingeniería de la BUAP.
Al ingeniero Calzada que concluyó su gestión en 1982, lo sustituyeron los directores siguientes: Ing. Álvaro Sánchez Solís, 1982-1985; Ing. Raúl López Bretón, 1985-1988; Ing. Helmuth Lau Nader, 1988-1989; Ing. Manuel Luna Ruiz, 1989-1992; Dr. Jorge Antonio Rodríguez y Morgado, 1992-1996; Mtro. Nicolás Fueyo Mac Donald 1996-2000.

 

Crecimiento de la Facultad de Ingeniería

En 1991, durante la gestión del Dr. Jorge Antonio Rodríguez Morgado como Coordinador General, el H. Consejo Universitario autoriza la creación de Ingeniería Mecánica y Eléctrica. Los cursos de esta se inician en otoño de 1992 y la escuela pasa a llamarse Escuela de Ingeniería Civil y Tecnológica.
En el año de 1993 se crea la primera maestría dentro de la Facultad de Ingeniería, que es de Tránsito y Transporte.
Esta acción se toma durante la administración del Dr. Jorge Antonio Rodríguez Morgado, en la cual se acuerda establecer estudios superiores en disciplinas afines a la ingeniería.
Durante la administración del Mtro. Nicolás Fueyo McDonald, en otoño de 1997, ingresan los primeros alumnos de dos nuevas Ingenierías: Industrial y Textil y se inician cuatro nuevas Maestrías: en Construcción, en Estructuras, en Ingeniería Ambiental y en Ingeniería especialidad en Geotecnia, que empiezan a impartirse en 1998.
El 27 de mayo de 1998 por acuerdo del H. Consejo Universitario, el nombre de esta Unidad Académica pasa a ser el de Facultad de Ingeniería. En el otoño de 2001 se inician los cursos para la nueva rama de Ingeniería Geofísica siendo la carrera más joven de todas.
Desde el año 2004 hasta el 2012 la Facultad de Ingeniería fue dirigida por el Mtro. José Ignacio Morales Hernández, quien realizó la gestión para la construcción de nuevos espacios, como son el laboratorio “Joaquín Ancona Albertos”, el edificio de Posgrado y Educación Continua (108B), el edificio de Autoacceso (108E), el módulo de baños, el laboratorio de acabados textiles para el Colegio de Ingeniería Textil y el Centro de Desarrollo PLM, que se ubica en el tercer nivel del edificio 108 E, apoyando a los colegios de Ingeniería Civil, Ingeniería Mecánica y Eléctrica e Ingeniería Industrial.
En marzo de 2006 se acreditaron ante el Consejo de Acreditación de la Enseñanza de la Ingeniería (CACEI), tres de nuestros programas: Ingeniería Civil, Ingeniería Topográfica y Geodésica e Ingeniería Mecánica y Eléctrica, posteriormente el programa de Ingeniería Industrial y recientemente los programas de Ingeniería Textil e Ingeniería Geofísica.
Por otra parte, los seis programas de licenciatura que se imparten en esta Unidad Académica ya han sido evaluados y se encuentran en el Nivel 1 de calidad de los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), por lo que el 100% de nuestra matrícula cursa su licenciatura en programas de calidad acreditada.
Durante marzo de 2012 a marzo de 2016, el Director fue el M. I. Edgar Iram Villagrán Arroyo, quien realizó las gestiones necesarias para el incremento de salones en el edificio EMA2 y la adaptación de un área de estudio para trabajo de los estudiantes, así como la Vinculación con instituciones nacionales y extranjeras.
Durante el periodo de otoño de 2014 fue demolido el antiguo edificio de cubículos, que contaba con daño estructural, lo que imposibilitaba su crecimiento, con lo cual se liberó el espacio para poder llevar a cabo una obra de crecimiento para aulas y cubículos de atención a los estudiantes. En el mes de junio de 2015 el Rector, Mtro. Alfonso Esparza Ortiz, inauguró formalmente este nuevo edificio (ING 5) que alberga 12 salones, 30 cubículos para coordinadores y docentes de nuestros seis programas, dos salas de juntas y un elevador en beneficio a las personas con discapacidad.
A partir del 1 de abril de 2016, la Dirección es encabezada por el M.I. Fernando Daniel Lazcano Hernández. Durante este periodo se adquirió equipo de alta tecnología, (drones, impresoras 3d, simulaciones) para apoyo a grupos académicos de investigación y para servicios profesionales.
Por primera vez se propicia la movilidad estudiantil en la Maestría en Ingeniería y uno de nuestros alumnos, de la opción terminal en Construcción, realizó una estancia en la Universidad de Chile.
Uno de los retos principales fue lograr que un programa piloto de ingeniería se acreditara a nivel internacional, bajo los lineamientos CACEI 2018, siguiendo los requisitos del Washington Accord. Como parte de la preparación para esta actividad, se obtuvo la Acreditación Institucional para Ingenierías como miembro de LACCEI “Latin American And Caribbean Consortium Of Engineering Institutions”, y un profesor se acreditó en Quality Assurance and Professional Accreditation of Engineering Education Programs con EUR-ACE.
Durante el 2018 se logró la acreditación de los colegios de Mecánica y Eléctrica, Civil y Topografía y Geodésica – así como la Acreditación Internacional del Colegio de Ingeniería Industrial, por parte de CACEI, reafirmando así la calidad de nuestros programas.
Actualmente, la nueva administración la encabeza el M.I. Ángel Cecilio Guerrero Zamora, como Director de la Facultad durante el periodo 2020-2024, con los nuevos retos de acreditación internacional de los programas que se ofertan y afrontar decididamente las complejidades de la educación superior en un entorno global y nacional, que propiciará a la ingeniería seguir siendo un referente del desarrollo y la innovación.